Shirley Apariceda de Souza utiliza su pie para aplastar las bebidas vacías que recoge de los callejones de un barrio pobre de São Paulo: es su medio de vida y vital para los objetivos de protección ambiental de Brasil.
Gracias a un millón de recolectores, por primera vez en 2022, el país recicla embalajes de aluminio equivalentes a los producidos según datos de «Resekla Latas», la asociación que representa al sector.
El Brasil es el líder mundial en el reciclaje de envases de bebidas y ha superado a la Unión Europea, que recicla el 73% y los Estados Unidos el 60%, según sus bases de datos.
RESICLA LATAS afirma que los esfuerzos de reciclaje del país han contribuido a prevenir la emisión de 16,5 millones de toneladas de gases de efecto invernadero en los últimos 10 años.
Para Apariceda de Souza, sin embargo, la recogida de embalajes es una cuestión de supervivencia, recogida en la calle, en contenedores de basura o vertederos, y vendida a centros de montaje que envían paquetes a plantas de reciclaje, ganando 20 rials (4 dólares) por día.
Según la mujer de 38 años de AFP, esa cantidad es «suficiente para comprar productos esenciales, una caja de arroz, frijoles negros y a veces carne», y a través de este trabajo, puede criar a 5 niñas en un barrio de clase trabajadora en las principales ciudades latinoamericanas.