El panorama económico de Brasil presenta una combinación de optimismo y cautela. En la superficie, la nación se beneficia de tendencias globales favorables, como la flexibilización de la política monetaria de la Reserva Federal de EE. UU. y el estímulo económico de China. Estos factores deberían, en teoría, posicionar a Brasil para el crecimiento, tal como sucedió después de la crisis financiera global hace más de una década. En ese momento, la mayor economía de América Latina prosperó, obteniendo mejoras en su calificación crediticia y el aplauso de los inversores.
Este mes, Moody’s Investors Service mejoró la calificación crediticia de Brasil, lo que refleja una renovada confianza en la resiliencia del país. Se espera que el PIB de Brasil crezca un 3% en el cuarto trimestre de diciembre, lo que marcaría el tercer año consecutivo de sólida expansión. Las reformas laborales iniciadas en 2017 han reducido el desempleo a mínimos históricos, apoyando la actividad económica. Además, el banco central de Brasil ha elevado su pronóstico de crecimiento para 2024, mientras que el secretario del Tesoro, Rogerio Ceron, expresó optimismo sobre la fortaleza fiscal del país tras una esperada reforma del código tributario.
Sin embargo, como informa Bloomberg, el sentimiento de los inversores sigue siendo cauteloso a pesar de estos signos positivos. La moneda de Brasil, el real, se ha depreciado alrededor de un 11% este año, convirtiéndose en una de las monedas de peor desempeño a nivel mundial. El mercado de valores también ha tenido dificultades, con el índice Ibovespa cayendo un 1.9% en lo que va de 2024. En comparación, el índice MSCI de Mercados Emergentes ha subido un 16%, lo que subraya el bajo rendimiento relativo de Brasil.
Gran parte del escepticismo proviene de las preocupaciones sobre las políticas fiscales del presidente Luiz Inacio Lula da Silva. Enfrentando presión antes de las elecciones, Lula podría recurrir al aumento del gasto público para cumplir con sus promesas de campaña, como el lema populista “cerveza y carne para todos”. Los inversores temen que tales movimientos fiscales puedan alimentar la inflación y provocar nuevos aumentos en las tasas de interés, lo que aumentaría los desafíos para las empresas que ya enfrentan altos costos de endeudamiento.
«Las agencias de calificación están mirando por el retrovisor, pero los mercados están enfocados en los próximos 10 años», dice Andrei Spacov, economista jefe de la gestora de activos Exploritas. Si bien la mejora de Moody’s es un paso positivo, Spacov señala que las perspectivas a largo plazo siguen siendo inciertas.
Actualmente, la tasa de interés de referencia de Brasil se encuentra en el 10.75%, tras un reciente aumento por parte del banco central. Los inversores temen que nuevos incrementos en las tasas puedan pesar fuertemente en industrias endeudadas, como el comercio minorista y la salud. Incluso el sector agrícola, un pilar de la economía brasileña, podría enfrentar desafíos si el aumento de las tasas frena el crecimiento.
Una figura clave en el futuro económico de Brasil es Gabriel Galipolo, nominado por Lula para liderar el banco central. Aunque inicialmente se esperaba que apoyara la propuesta de Lula de reducir las tasas de interés, Galipolo ha adoptado una postura más cautelosa, señalando precaución contra el gasto fiscal que podría desestabilizar la economía.
A medida que Lula llega a la mitad de su mandato, equilibrar el crecimiento y el gasto social sigue siendo una tarea compleja. Si bien las transferencias de dinero a los hogares podrían cumplir con sus promesas políticas, corren el riesgo de desencadenar inflación y políticas monetarias más estrictas que socavarían la confianza empresarial y el crecimiento.
En conclusión, aunque los indicadores económicos a corto plazo de Brasil son prometedores, los inversores siguen siendo cautelosos, mirando hacia adelante los riesgos potenciales. Como informa Bloomberg, la mejora en la calificación crediticia de Moody’s podría generar optimismo, pero el sentimiento del mercado sugiere preocupaciones más profundas sobre la salud fiscal a largo plazo de Brasil.