El gobierno de Brasil enfrenta un creciente escrutinio por adoptar medidas poco convencionales para cumplir su objetivo presupuestario de fin de año, lo que ha generado preocupaciones sobre la credibilidad de su nuevo régimen fiscal. Con solo unos meses restantes en 2024, los expertos se muestran cada vez más inquietos por la reticencia del presidente Luiz Inácio Lula da Silva a reducir el gasto y su dependencia de métodos creativos para generar ingresos y reducir costos.
En lugar de recortar programas sociales, la administración de Lula ha introducido una serie de estrategias temporales para aumentar los ingresos. Estas incluyen el uso de cuentas bancarias inactivas, la utilización de bancos estatales para financiar subsidios, e incluso la concesión de nuevas exenciones fiscales para medallistas olímpicos. Si bien estos esfuerzos buscan cerrar la brecha presupuestaria, los críticos argumentan que tales prácticas contables creativas corren el riesgo de socavar la credibilidad fiscal de Brasil.
El Ministerio de Finanzas de Brasil, sin embargo, sigue comprometido a alcanzar el objetivo mientras mantiene la disciplina fiscal. El Ministerio aseguró al público que está siguiendo rigurosamente las reglas fiscales para garantizar la sostenibilidad de las cuentas públicas. Aun así, muchos economistas se muestran escépticos. Marcos Mendes, investigador del Instituto Insper, advierte que estos arreglos temporales recuerdan la mala gestión fiscal del pasado bajo administraciones anteriores, lo que podría afectar negativamente la confianza de los inversionistas.
El gobierno de Lula prometió eliminar el déficit primario—excluyendo los pagos de la deuda—para finales de este año e implementar un marco fiscal más amplio para 2026. Sin embargo, los economistas privados dudan que este objetivo pueda lograrse, proyectando un déficit primario del 0,6% del PIB, a pesar de los esfuerzos de Lula.
Según un informe de Reuters, los expertos advierten que centrarse en ingresos únicos en lugar de realizar cambios estructurales en el gasto público podría dañar la salud fiscal de Brasil a largo plazo. El exsecretario del Tesoro, Jeferson Bittencourt, expresó su preocupación de que tales maniobras solo debilitan la credibilidad de los objetivos fiscales del gobierno.
A medida que Brasil enfrenta sus desafíos económicos, queda por ver si las soluciones a corto plazo podrán allanar el camino hacia una reforma fiscal sostenible.