Venezuela enfrenta una renovada tormenta inflacionaria, ya que la depreciación de la moneda pone en peligro años de progreso en la estabilización de los precios, según fuentes de los sectores público y privado. Este cambio se produce en medio de una disminución en las ventas de divisas, el aumento de los costos de importación y el silencio del gobierno sobre su estrategia económica en evolución.
Tras combatir una hiperinflación que superó el 100.000% y soportar severas sanciones de Estados Unidos, la administración del presidente Nicolás Maduro recurrió en 2022 a estrictas políticas fiscales y monetarias. Estas incluyeron recortes en el gasto público, restricciones crediticias, el mantenimiento de un tipo de cambio fijo bolívar-dólar y la inyección de miles de millones de dólares en el mercado. Esta estrategia, junto con una controvertida elección que aseguró el próximo tercer mandato de Maduro, aparentemente había controlado la inflación desbocada, devolviendo los niveles de precios a los de 2014.
Sin embargo, un giro en la política en octubre permitió que el bolívar flotara, lo que provocó una rápida depreciación de 36,5 a 45 bolívares por dólar. Este ajuste, aunque aborda una moneda sobrevalorada que ahogaba la producción local, ha comenzado a alimentar la inflación, que alcanzó el 25% interanual hasta septiembre. Los analistas predicen que el tipo de cambio podría llegar a 50 bolívares por dólar para fin de año, llevando la inflación a un estimado de 35-40%.
El economista Daniel Cadenas destacó que el sistema cambiario de Venezuela depende en gran medida de los ingresos petroleros, que siguen siendo insuficientes para estabilizar la moneda. «El tipo de cambio fijo expuso profundos fallos en el sistema», señaló, subrayando la necesidad de un flujo sostenible de divisas.
Las inyecciones de dólares del banco central, que alcanzaron un máximo de 800 millones de dólares en julio, se redujeron a la mitad en octubre, agravando la presión sobre las empresas. La vicepresidenta Delcy Rodríguez instó recientemente a un uso prudente de las divisas, describiendo al país como «bloqueado» y advirtiendo contra gastos frívolos.
Con costos de importación en aumento y una disminución de los inventarios, fuentes del sector privado advierten sobre un empeoramiento de las restricciones de suministro. Asdrúbal Oliveros, director del centro de estudios Ecoanalítica, comentó: «El gobierno reconoce que la devaluación es inevitable, pero viene con consecuencias inflacionarias».
La crisis cambiaria en desarrollo subraya el frágil equilibrio de la recuperación económica de Venezuela, dejando a empresas y consumidores preparándose para tiempos más difíciles.