Las expansiones económicas no mueren naturalmente, sino que son asesinadas por el Banco Central. Esta es una frase muy común ahora entre los observadores económicos internacionales. Para Colombia, la expansión post-COVID entre el Presidente y el Banco de la República ha terminado.
El motivo para matar es que la expansión económica suele ir acompañada de un exceso de gasto, una enorme deuda y una alta inflación. Por esa razón, los bancos centrales, no solo en Colombia, sino más allá de nuestras fronteras, se han comprometido a aumentar las tasas de interés, calmar las economías y expandirse sobre el terreno.
En el resto de la economía estadounidense, que ha progresado rápidamente, la inflación, que ha superado el 10%, ha quedado atrás. Últimos datos de inflación: EEUU 3,2%: Brasil 3,5%; México 4,6%; Chile 5,3% y Perú 5,8%. Lo interesante de la situación colombiana es lo estable o negativa que es nuestra inflación. La proporción de Colombia es del 11,4%, el doble que la de muchos países de la región y cuatro veces la de Brasil y Estados Unidos.
La mayor preocupación del banco central es que la inflación se ha mantenido en un nivel de dos dígitos durante más de un semestre. Recordemos que la fase de aumento de la tasa comenzó después de un semestre desde Brasil, a la zaga de otros países latinoamericanos. ¿Por qué el Banco de la República sufre esta discriminación? Solo ellos pueden decirlo.
Una vez que comenzó, aumentó rápidamente las tasas de interés y las elevó del 2% al 13,25%. Allí reducen el consumo, la inversión y la economía. El anuncio de lluvia de Pedro fue dos golpes al sistema nervioso central de cada colombiano, exacerbando la incertidumbre que ha paralizado la economía nacional. El crecimiento económico es prácticamente nulo.
Los bancos centrales han comenzado a reducir los tipos de interés. Chile, el Brasil, el Paraguay y el Uruguay ya han iniciado la fase de reducción arancelaria. Se espera que Perú y México pronto entren en una actitud expansionista (o no deflacionaria) hacia su política monetaria.