Con la excepción de la recesión económica causada por COVID-19, la economía de Perú no obtuvo el impacto negativo esperado para el año que terminó en 1990 (-0,6%).
El año que comienza hoy tiene buenas oportunidades. La última edición del informe de inflación del Banco Central de Reserva del Perú (Reacción en Cadena de la Polimerasa) espera que el PIB nacional crezca un 3% para 2024. Los analistas del sector privado parecen algo menos optimistas, con estimaciones cercanas al 2%, pero todos están de acuerdo en una modesta recuperación económica.
En muchos aspectos, la situación es realmente mejor. Por ejemplo, la última actualización de Enfen la semana pasada sobre la gravedad del fenómeno costero de El Niño aumentó significativamente las posibilidades de ser un evento de promedio a débil. Esto dará un respiro a muchos sectores económicos y áreas de producción afectadas por altas temperaturas, heladas, sequías y otras anomalías climáticas en 2023. Actividades como la pesca, la agricultura y la manufactura primaria podrían ver una recuperación saludable de las cifras negativas en el último año.
Afortunadamente, la baja inflación y las consiguientes bajas tasas de interés, tanto a nivel nacional como internacional, nos servirán en los próximos meses. El precio del cobre, nuestras principales exportaciones, también debe seguir siendo relativamente alto. Finalmente, pocos esperan una recurrencia de malestar social similar a la que estalló hace un año en 2024 debido al golpe de estado del ex presidente Pedro Castillo. Estos factores explican en gran medida la recuperación esperada.
Sin embargo, el optimismo merece tres advertencias. En primer lugar, como con cualquier perspectiva económica, no están garantizados. Baste mencionar que en diciembre de 2022 se realizará la Encuesta de Pronóstico de Reacción en Cadena de la Polimerasa, agregando que los economistas esperan un crecimiento del 2,5% para 2023. Ni siquiera está cerca.