Las autoridades energéticas de Brasil han avanzado hacia la reinstalación del horario de verano (DST) para abordar los desafíos energéticos provocados por una grave sequía, según un alto funcionario este jueves. La medida, que adelantaría los relojes una hora entre noviembre y febrero, aún espera la aprobación del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
El país, que depende en gran medida de la energía hidroeléctrica, ha visto reducciones importantes en la producción de energía, ya que se espera que los embalses clave en el sureste y el centro-oeste bajen por debajo del 50% de su capacidad para finales de septiembre. Esto se debe a que los niveles de lluvia en la región han caído a menos de la mitad de lo normal, lo que ha obligado a Brasil a aumentar las importaciones de energía y ha elevado las facturas de electricidad.
Aunque Brasil ha avanzado en energía eólica y solar, más de la mitad de la electricidad del país todavía proviene de ríos y lagos. El horario de verano reduciría la presión sobre el consumo eléctrico en horas pico, especialmente durante las horas de la tarde cuando las plantas solares dejan de generar energía al ponerse el sol.
El ministro de Minas y Energía, Alexandre Silveira, quien indicó a principios de semana su apoyo a la política, declaró que el Operador Nacional del Sistema Eléctrico (ONS) y un comité energético han respaldado la reintroducción del horario de verano. Sin embargo, Silveira se mantiene cauteloso y está considerando otras alternativas.
Varios sectores, incluidos bares y restaurantes, han acogido con beneplácito el posible cambio, con algunos esperando un aumento del 10% en los ingresos gracias a las horas de la tarde extendidas. Sin embargo, el sector de la aviación ha expresado preocupaciones sobre las posibles complicaciones para los horarios de vuelos y los costos adicionales.
Este informe se basa en información de Reuters.