En un cambio significativo en la política fiscal, el gobierno de Brasil ha revisado sus objetivos, apuntando a un déficit primario de cero para el año 2025. Esta decisión, formalizada en el proyecto de ley de directrices presupuestarias presentado conjuntamente por los ministerios de Finanzas y Planificación, marca un alejamiento de la Anteriormente se había sugerido un superávit para 2025 del 0,5% del producto interno bruto (PIB).
Según el plan revisado, las autoridades prevén ahora lograr un superávit primario del 0,25% del PIB en 2026, con proyecciones que aumentan al 0,5% en 2027 y al 1% en 2028. Este ajuste representa una relajación de las previsiones anteriores, que apuntaban a una política más agresiva. superávit ya en 2026, el último año de la administración del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
El ministro de Finanzas, Fernando Haddad, destacó que a pesar del ajuste, la inflación en Brasil sigue bajo control. Destacó la importancia de mantener el crecimiento dentro del rango objetivo para simplificar la gestión de la deuda pública.
Sin embargo, el anuncio coincidió con un entorno internacional desafiante, lo que contribuyó a una caída en el valor del real brasileño. Tras los comentarios de Haddad, la moneda se debilitó más de 5,20 por dólar en el comercio al contado, alcanzando sus niveles más bajos desde octubre de 2023. Factores como los sólidos datos económicos de Estados Unidos y las tensiones en Medio Oriente también influyeron en la depreciación de la moneda.
El ajuste fiscal del gobierno se produce a raíz de un nuevo marco introducido el año pasado, cuyo objetivo era limitar el crecimiento del gasto mientras se perseguían objetivos presupuestarios primarios. Inicialmente, el gobierno había fijado objetivos para eliminar el déficit primario en 2025, seguido de superávits en los años siguientes. Sin embargo, el reciente ajuste refleja una respuesta pragmática a la evolución de las condiciones económicas tanto a nivel nacional como internacional.
La estrategia fiscal de Brasil ahora enfrenta un escrutinio en medio de preocupaciones sobre las implicaciones de las metas revisadas sobre la sostenibilidad de la deuda y la estabilidad económica. A medida que el gobierno recalibra su trayectoria fiscal, la atención se centrará en su capacidad para navegar en un panorama económico complejo y al mismo tiempo equilibrar los imperativos de crecimiento, estabilidad y prudencia fiscal.