En 2022, el planeta perdió un área de bosque tropical prístino del tamaño de Suiza o los Países Bajos, con ecosistemas primitivos destruidos para la agricultura y la ganadería.
Esto equivale a la pérdida del equivalente a un campo de fútbol de árboles tropicales cortados o quemados cada cinco segundos, de día o de noche, durante el año pasado, un aumento del 10 % en comparación con 2021, según las conclusiones publicadas por el Instituto de Recursos Mundiales (WRI) con sede en Washington.
En 2022, su plataforma satelital Global Forest Watch (GFW) registró la destrucción de más de 4,1 millones de hectáreas de bosques primarios tropicales, espacios naturales críticos para la biodiversidad del planeta y el almacenamiento de carbono.
El país más afectado es Brasil, donde la región devastada representa el 43 % de las víctimas mundiales, seguido por la República Democrática del Congo (RDC) con el 13 % y Bolivia con el nueve %.
Unos 1.600 millones de personas, casi la mitad de ellas indígenas, dependen directamente de los recursos forestales para su sustento; en Brasil, la deforestación empeoró constantemente durante la presidencia de Jair Bolsonaro (2019-2023), aumentando en un 15 % adicional en un año, según el informe anual de GFW.