Javier Mille logró lo que muchos pensaban que era poco probable hace algún tiempo, y fue elegido presidente de Argentina el domingo, enfrentando muchos desafíos destacados por la gobernanza sin mayoría en un país en crisis que prometía restablecer, además de la inflación, que alcanzó el 143%, y el deterioro de la economía del país.
El diario argentino Infobai dijo en un informe que el economista liberal que irrumpió en la política argentina hace apenas dos años ganó un discurso anti-régimen en la segunda vuelta presidencial con el 55,7% de los votos, en comparación con el 44,3% del candidato gobernante peruano Sergio Massa, después de 99% de los votos habían sido contados, y dijo inmediatamente después de su victoria fue declarado «hoy comienza el proceso de reconstrucción de Argentina.»
Argentina vive uno de sus peores momentos económicos y sociales desde la restauración de la democracia hace 40 años, un factor importante que ha atraído a muchos votantes desilusionados.
El Presidente electo de la Argentina propuso cambios radicales que iban desde el dólar de la economía hasta el cierre del banco central, la reducción del papel del Estado en la sociedad y la privatización de las empresas estatales.
Pero muchos expertos esperan que la agenda electoral de Milley vaya en contra del sistema de frenos y contrapesos en la democracia argentina, porque el próximo presidente carecerá de mayoría en el Congreso y tendrá que negociar incluso con los retadores que insulta en la campaña electoral.
El politólogo argentino Sergio Bernstein dice: «Lo siguiente sufre de debilidad estructural que le permite avanzar su agenda en la legislatura. En un Estado federal como Argentina, donde los gobernadores gozan de un peso extraordinario, no tiene un solo gobernador de su propio partido. «