No hemos medido con precisión el impulso que el nuevo «momento mexicano» traerá consigo, pero gradualmente, los diferentes indicadores económicos confirman esta fortaleza.
El INEGI anunció ayer los indicadores del sector de la construcción, que llevaron a un crecimiento impresionante.
El valor de la producción de las empresas contratantes aumentó un 6,7% en junio en comparación con mayo, y un 27,8% en comparación con el mismo mes del año pasado.
Las tasas de crecimiento en algunos subsectores son impresionantes: 92,4% en el transporte y la urbanización; 78,1% en el sector de la energía y las comunicaciones; un aumento del 53,3% en el agua, el riego y el saneamiento.
Por supuesto, al considerar la construcción en su conjunto, sigue siendo un 18% inferior al pico de 2012, y no ha vuelto a ellos.
La razón, sobre todo, es qué hacer con las obras públicas y las inversiones privadas y reducir la construcción de viviendas o el desarrollo de oficinas y centros comerciales que han sido fundamentales para la actividad.
Por ejemplo, cuando analizamos el volumen de IED en el primer semestre del año, vemos que solo el 7% del total de 29.000 dólares y 41 millones de dólares registrados en el Ministerio de Economía es poco más de 2 millones de dólares. Compatible con nuevas inversiones.
Aunque parte del proceso de transporte industrial tomará la forma de reinversión de los beneficios de las empresas ya establecidas en México, se espera que la porción asociada con nuevas inversiones sea más significativa.